15 de noviembre de 2025 14:03
Wendy Arenas. Antropóloga y politóloga con una historia de cercanía con la Amazonia desde su trabajo de campo en la Amazonia peruana con los Asháninka por los años ochenta. Desde entonces ha estado acercándose a la región desde distintas ópticas como antropóloga, servidora pública, miembro de sociedad civil y emprendedora, lo que me le ha dado la oportunidad de tener una visión calidoscópica con muchos claros, oscuros y diversidad de matices. Fue representante de AVINA en Colombia, donde promovió iniciativas nacionales y continentales para un desarrollo sostenible en Colombia y América Latina. Es fundadora y directora ejecutiva de Alisos-Alianzas para la Sostenibilidad, desde donde ha trabajado el tema de sostenibilidad con el Comité Departamental de Ganaderos del Caquetá.
Por: Wendy Arenas
En la Amazonia la ganadería tiene muchos significados. Para algunos es la posibilidad de tener estabilidad, seguridad y pasar de la ilegalidad a la normalidad. Si tengo ganado los bancos me prestan, no soy materia de persecución, tengo identidad y hasta un gremio defiende mis intereses. Para más de treinta y tres mil ganaderos amazónicos es su salida económica legal, muchas veces la única.
Para otros, la ganadería es el principal motor de deforestación: la razón por lo cual millones de hectáreas han sido convertidas en pastos para alimentar a más de dos millones de cabezas de ganado que existen hoy en la región, según el ICA.
Los impactos negativos son claramente visibles no solo por la pérdida de bosque y lo que implica, sino también por la degradación de unos suelos pobres, de baja fertilidad y las millones de toneladas de carbono y metano que se emiten causando el efecto invernadero, conocido como cambio climático.
La verdad es que la ganaderia es ambas caras de la moneda. Hoy después de varios años donde el gobierno y la cooperación han promovido la transición hacia una ganaderia sostenible, sabemos que es posible lograr mitigar algunos de sus impactos negativos y potenciar lo positivo. Pero también sabemos que estas iniciativas y pilotos deben escalar para lograr revertir los daños hechos. Un reto nada fácil.
¿Qué se requerirá para que muchos de esos treinta y tres mil ganaderos lo hagan? ¿Lo harán cuando el negocio mejore y reciban más ingresos por transitar hacia modelos más verdes
silvopastoriles? ¿Cuándo así lo exija el mercado? ¿Con más incentivos del gobierno? ¿Cuándo algo más allá de las razones del mercado los motive?
En días pasados tuve la oportunidad de participar en un taller sobre esta temática y escuché experiencias de varios países latinoamericanos que pueden ser inspiradoras para nosotros Y aunque no respondieron directamente algunas de mis inquietudes identifique acciones que me ayudaron a ver esa luz de posibilidad y como dijo un conocedor: no hay solución mágica o simple para resolver un problema grave.
Algunos caminos interesantes y conocidos. El primero es una verdad de Perogrullo: en el centro de toda solución para escalar debe estar el ganadero, el pequeño y mediano, principalmente para que efectivamente ellos la puedan acoger e implementar. Muchas veces las políticas en su lógica pueden ser sensatas, pero están lejos de poderse implementar porque no tienen sentido de realidad, sino del deber ser.
El segundo camino es la formalización. Una que sea ambiciosa y donde el Estado construya un acuerdo de máximo valor - que explicaré en otra columna-en donde los sectores rural. de tierras y ambiental puedan estar todos un poco insatisfechos en beneficio de un bien superior que es en este caso una ganadería sostenible en toda la Amazonía.
Si un ganadero, que no tiene seguridad jurídica sobre su finca, tiene la posibilidad de formalizarse adoptando prácticas sostenibles para hacer ganadería, esto puede catapultar el proceso, pues es el mejor incentivo para él y su familia, cumpliendo así un sueño para todos los que han llegado a la región.
El tercer camino es el de revertir lo que hace más de 40 años ha sido la política de promover la ganadería a partir del acceso al crédito y otros instrumentos sin condicionamientos o asistencia técnica que incentive modelos sostenibles. La banca puede ser un gran aliado del ganadero al asociar el dinero prestado con asistencia técnica, extensión rural y trazabilidad.
¿Un mundo ideal? No creo. Es posible si existe la voluntad política y se trabaja desde una lógica no solo del Estado, sino entendiendo la lógica del ganadero y del mercado, pero primero la del ganadero. Debemos conocer que motiva, estimula, aspira el ganadero amazónico. ¿Qué lo llevó a la Amazonia?, ¿por qué se quedó?, ¿cómo pasó de ser cocalero a ganadero?, ¿en qué momento llevó a su familia allí? Entender su realidad y sus expectativas, que van más allá de las económicas, es clave para hacer realidad ese mundo de la ganadería sostenible.
Y saber que las vacas no son las culpables, no ha sido fácil para mí. Aceptarlo y sobre todo entenderlo, pues durante mucho tiempo solo veia lo malo de la ganadería y claramente no estaba viendo la película completa. Y debo decir que es una película más esperanzadora de lo que me imaginaba y si peco de inocente lo prefiero para poner las energías en el cambio posible y no en el abismo paralizante. Pero tampoco voy a exagerar y seguiré siendo vegetariana, una decisión de hace más de dieciocho años.